viernes, 8 de mayo de 2015

PARASOMNIAS, ¿QUÉ SON?

Hoy, una compañera y amiga me indicaba que indagara un trastorno más común de lo que nos parece, las PARASOMNIAS, por ello,  el artículo de hoy va dedicado a este tema.



Se denominan parasomnias a aquellos trastornos del sueño caracterizados por acontecimientos o conductas anormales asociadas al sueño, a sus fases específicas o a los momentos de transición sueño-vigilia.
El diagnóstico se fundamenta en una historia clínica detallada y sólo en escasas situaciones es necesario recurrir a la polisomnografía para efectuar un diagnóstico diferencial.

Las parasomnias más habituales son: 
- PESADILLAS
- TERRORES NOCTURNOS 

- PESADILLAS
Se trata de uno de los trastornos más frecuentes en la infancia. Podemos definirlo como un sueño largo muy elaborado, con riqueza de detalles y que provoca en el niño una fuerte sensación de ansiedad, miedo o terror. El contenido de los mismos es muy variado pero siempre existe un componente de peligro para la integridad física del niño. Por lo general no hacen referencia a situaciones reales (salvo en aquellos niños que han sufrido situaciones traumáticas).
El episodio suele terminar con el despertar del niño, volviendo éste a un estado de plena alerta y con la sensación de miedo o ansiedad todavía presente.

A diferencia de lo que ocurre con los terrores nocturnos, el niño, normalmente, es capaz de relatar con todo detalle el sueño, sus personajes, circunstancias y hechos que se han ido sucediendo.

Aunque las pesadillas no suelen suponer un riesgo, por sí mismas, para la salud del niño, sí que pueden producir un cierto temor a dormir, en especial, si éstas son frecuentes. Es en estos casos cuando se puede alterar el patrón de sueño y aparecer secundariamente la somnolencia excesiva, irritabilidad, ansiedad, etc.

Las pesadillas suelen aparecer en la fase REM y con mayor frecuencia en la segunda mitad de la noche.
Respecto a sus orígenes se han asociado con agentes externos que han provocado inquietud en el niño. A medida que disminuyen las causas que lo han producido irán desapareciendo. No suelen existir trastornos psicológicos asociados a las pesadillas sino que normalmente tienen relación con fases específicas del desarrollo emocional.

Para algunos autores las pesadillas constituyen una expresión del proceso evolutivo de maduración del sistema psíquico y la puesta en marcha de mecanismos defensivos.

Cuando son muy frecuentes, sí que se ha asociado a niños con un perfil de inseguridad por algún motivo familiar, escolar u otro.
Son también habituales en niños que han estado separados de sus madres durante un largo periodo de tiempo o si son hospitalizados.
Según el DSM-IV, la prevalencia oscila entre un 10-50% en niños de 3 a 5 años. El primer episodio suele aparecer por primera vez entre los 3 y 6 años.
Normalmente estos episodios se superan con la edad y no necesitan ningún tipo de intervención psicológica.


Orientaciones para superar pesadillas

Ya hemos comentado que la pesadilla suele acabar con el niño despierto y con una gran ansiedad o miedo. Veamos ahora algunas de las orientaciones para actuar en estos casos:
  • Los padres deben saber tranquilizar a los niños tras el episodio.
  • Es importante que acudan al dormitorio del hijo y lo escuchen pero sin entrar en demasiado detalles acerca del contenido del sueño.
  • No abrumarlo con demasiadas explicaciones de entrada (por ejemplo intentar demostrarle que los monstruos sólo existen en su imaginación).
  • Utilice una voz suave y trate de no mostrarse excesivamente preocupado o ansioso por lo que ha sucedido.
  • Déle instrucciones en el sentido de que ha tenido una pesadilla mientras dormía y que ya ha pasado todo.
  • Si el niño es pequeño o está muy asustado puede valorarse, tras el episodio concreto y su magnitud, la idoneidad de dejarle dormir en el dormitorio de los padres, o que alguno de ellos lo acompañe durante algún tiempo mientras trate de conciliar el sueño. También puede dejarse conectado algún pequeño piloto de luz. De todas formas, estos aspectos deben valorarse en cada caso para no crear hábitos inadecuados.
  • Para los niños más mayores (a partir 7 u 8 años) puede funcionar bien que los padres hablen por la mañana acerca de la pesadilla. Hay que averiguar si hay algo que le preocupa en especial (en el cole, en casa...).
  • Es importante saber escuchar y/o interpretar las claves de su comportamiento (si han habido cambios en su conducta habitual contingentemente a la aparición de las pesadillas, etc.)
  • Explicarle que estos episodios, aunque muy molestos, obedecen a unos procesos normales que se dan durante el crecimiento y tienen carácter transitorio. Con ello podremos contribuir a rebajar el nivel de ansiedad asociada al episodio y el temor a que se vuelva a producir.
  • El hablar sobre lo sucedido en un ambiente calmado y lúdico siempre resulta una gran herramienta terapéutica. Puede también, según la edad del niño, utilizarse el dibujo como medio para sacar fuera el miedo y plasmarlo en un papel donde podrá manipular la historia. Cada niño es diferente y así sucede con la vivencia de la pesadilla, por tanto, deberemos ajustarnos a las peculiaridades de cada caso. 
- TERRORES NOCTURNOS
Los denominados Terrores Nocturnos son menos frecuentes que las pesadillas, no obstante, tienen también una alta incidencia en la población infantil.

Durante el episodio es habitual que el niño se siente bruscamente en la cama y comience a gritar y llorar con una expresión facial de terror y signos de intensa ansiedad. A diferencia de lo que sucede en las pesadillas, no suele despertarse fácilmente a pesar de los esfuerzos de otras personas que tratan de sacarlo del trance desagradable. Si finalmente se consigue, el niño se muestra confuso, desorientado durante unos minutos y con una cierta sensación de temor pero no tan acusado como en el caso de las pesadillas. No hay recuerdo del sueño y si no se ha despertado totalmente vuelve a dormir inmediatamente sin recuerdo de lo sucedido al día siguiente.

Según DSM-IV, la prevalencia de los terrores nocturnos en población infantil es de 1-6%, siendo más frecuente en niños.
Normalmente se inicia en niños de edades comprendidas entre 4 y 12 años, remitiendo espontáneamente durante la adolescencia.

Los terrores nocturnos suelen aparecer en las fases 3 y 4 del sueño No REM, normalmente en la primera mitad de la noche.

Los niños con terrores nocturnos no presentan una mayor incidencia de trastornos mentales o psicopatológicos que la población general a diferencia de lo que se suele observar con población adulta. La tensión emocional y la fatiga parecen incrementar la aparición de estos episodios. Hechos traumáticos recientes (hospitalizaciones, separación de la madre, muerte ser querido, etc.) son factores de riesgo que pueden desencadenar y mantener los episodios.

Algunos autores defienden un componente hereditario en los terrores nocturnos e incluso se apuntan factores genéticos (el 96% de los sujetos de un estudio con terrores nocturnos tenían familiares en primer, segundo o tercer grado con el trastorno). Sin embargo, esto no debe minimizar la influencia de los factores externos o ambientales como el estrés, cuya presencia se asocia de forma muy evidente con algunos de estos episodios.

Controlar los terrores nocturnos

Es importante establecer claramente el diagnóstico diferencial con las pesadillas comentadas anteriormente ya que se trata de trastornos diferentes pero que se expresan en el mismo ámbito: el sueño.

Los terrores nocturnos normalmente desaparecen con el tiempo y no suelen precisar tratamiento farmacológico, salvo en aquellos casos que por su frecuencia o intensidad constituyan un problema para el niño y así lo estime un profesional de la salud. Para estos casos el pediatra o médico puede prescribir fármacos de la familia de las benzodiacepinas de conocido efecto ansiolítico.

En los casos leves, que son la mayoría, los padres deben adoptar una actitud tranquila y de conocimiento del trastorno. Durante los episodios simplemente tienen que vigilar que el niño no se caiga de la cama o sufra cualquier daño físico derivado de su incorporación de la cama y su estado (recordemos que el niño no está despierto).

-No hablarle ni intentar despertarle.

-Hay que esperar a que el episodio siga su curso natural pero bajo nuestra vigilancia.
Tanto en los terrores nocturnos como en las pesadillas es necesario valorar la conducta del niño durante la vigilia. Considerar si existen problemas en la escuela u otro ámbito que puedan estar influyendo en el mismo. De confirmarse la existencia de dichos factores externos, debería actuarse sobre ellos a fin de solucionar el problema.

Pueden también ser necesarias la aplicación de técnicas que enseñen al niño a afrontar los sueños que le provocan ansiedad. Se puede entrenar la relajación o hacer que el sueño pierda su carácter amenazante. Hay niños que desarrollan la capacidad de desconectar o finalizar el sueño cuando éste pasa a ser amenazante (son conscientes de que estan soñando pese a estar dormidos).

Otra técnica muy efectiva consiste en despertar al niño antes de la hora en la que habitualmente aparecen los episodios (en la primera mitad de la noche). Esto requerirá la observación previa durante varios días para poder establecer el momento aproximado en que se produce. Con esta acción se corta el ciclo del sueño y, por tanto, la aparición del episodio.

SONAMBULISMO
La característica esencial del sonambulismo es la existencia de episodios en los que el niño se incorpora de forma brusca de la cama e incluso puede levantarse y comenzar a deambular. Los ojos se mantienen abiertos y la mirada fija. El niño puede pronunciar una o algunas palabras normalmente sin coherencia. También puede llevar a cabo conductas más complejas como andar por la habitación o estancia, abrir o cerrar puertas , ventanas y otras, menos frecuentes, como lavarse o comer. Todo ello sucede con total indiferencia hacia las personas u objetos que puedan estar en su entorno inmediato.

Estos episodios suelen durar unos minutos y tienen lugar en el primer tercio de la noche (sueño de ondas lentas) y a menos que se le despierte mientras sucede, no recordará nada al día siguiente.

El episodio de sonambulismo puede terminar de diferentes formas. Normalmente el sujeto, tras realizar la actividad, vuelve a la cama y sigue durmiendo, produciéndose el olvido a la mañana siguiente. En otros casos, el sujeto puede despertarse durante el mismo y presentar gran desorientación. Otra posibilidad es que acabe acostándose en otro lugar diferente.

Las causas del sonambulismo no están todavía muy claras y se apuntan, entre otros, causas psicológicas, genéticas y también de déficits en el desarrollo madurativo. No obstante, sí se conocen algunos factores que pueden aumentar la frecuencia de los mismos. Así, los estados febriles, la deprivación del sueño, sueño irregular, abuso de alcohol, ruidos externos y fármacos o trastornos que produzcan una desestructuración del sueño de ondas lentas, son factores de riesgo.

Respecto a la edad de inicio del trastorno tampoco hay unanimidad en los diferentes estudios. Algunos autores lo sitúan entre los 4 y 8 años, mientras otros apuntan el intervalo de 10 a 14. A este respecto hay que añadir que por experiencia propia y casos suficientemente documentados, el sonambulismo está presente, en algunos casos, a edades anteriores a los 7 u 8 años de edad, alcanzando su máxima frecuencia a los 11/12 años y desapareciendo progresivamente a partir de los 15/16 años.

Se apunta a que alrededor del 10 al 30% de la población puede haber tenido al menos un episodio de sonambulismo en la etapa infantil.
Afecta por igual a hombres y mujeres.

El sonambulismo y los terrrores nocturnos están muy relacionados entre sí y algunos autores los consideran variantes de un mismo proceso patofisiológico.



Orientaciones para tratar el sonambulismo:
  • Al tratarse de una alteración del sueño benigna no suele ser necesario ningún tipo de tratamiento. Los episodios aislados no deben ser motivo de preocupación pero si se repiten con cierta frecuencia es aconsejable acudir al médico.
  • La principal precaución que deben adoptar los padres es el asegurarse de que el niño no pueda hacerse ningún tipo de daño durante el episodio. Igualmente deberán evitar los factores de riesgo antes señalados.
  • Generalmente, no resulta conveniente intentar despertar al niño durante el episodio ya que puede causarle gran confusión o asustarle. La mejor opción suele ser la de acompañarle directamente hacia su cama para que vuelva a acostarse.
  • En algunos casos, especialmente los más graves, se ha recurrido a la administración de fármacos de la familia de las benzodiazepinas e incluso a anti-depresivos tricíclicos e inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina.

Otros Trastornos:

Bruxismo

Se trata del “chirriar de dientes” que se produce por la contracción excesiva de los maxilares produciendo un ruido característico y, a veces, molesto aunque raramente despierta al niño. En los casos más severos puede producir el desgaste en dientes y encías.

A pesar de que puede aparecer a cualquier edad es fenómeno particularmente frecuente en la infancia. Se cree que entre el 3 y el 12% de los niños de edades comprendidas entre los 3 y 7 años podrían sufrirlo.
Estos episodios pueden aparecer en cualquier momento del sueño y el niño no suele ser consciente de esta conducta por lo que su queja principal está más relacionada con dolor en la mandíbula y sensibilidad en los dientes durante el día que con problemas asociados al sueño.

Respecto a las causas se apuntan factores de carácter físico, psicológico y neurofisiológico pero todavía sin concretar. Algunos estudios apuntan un aumento de estas manifestaciones en niños con estados de ansiedad y en aquellos que presentan malformaciones maxilo-faciales.

El tratamiento incluye técnicas conductuales (relajación, practica masiva y biorretroalimentación-EMG con alarma nocturna, siendo ésta última la que mejor resultados ha proporcionado).

Para casos más severos suelen incorporarse protectores dentales.


Somniloquia

Es un fenómeno inocuo, que suele llamar mucho la atención de los padres y que, en ocasiones, produce preocupación. Consiste en episodios de hablar durante el sueño. Se trata normalmente de la emisión de palabras ininteligibles o conjunto de ellas formando frases cortas. Pueden acompañarse de risas, gritos o llantos. No suelen despertar al niño pero pueden resultar molesto para otros.

Estas manifestaciones son muy frecuentes en la población infantil. Alrededor del 50% de la población de niños de 3 a 10 años presenta somniloquios al menos una vez al año.

Puede aparecer durante el sueño de ondas lentas y en el paradójico. En el primer caso el contenido es más elaborado, en el segundo el contenido es más pobre y suele estar relacionado con hechos recientes.

No suele intervenirse salvo que los episodios sean muy frecuentes o creen consecuencias molestas para el niño u otros.
En el tratamiento de la somniloquia suele utilizarse un dispositivo electrónico que emite un sonido molesto justo cuando el niño comienza a hablar. El dispositivo se desconecta pulsando un botón.


Jactatio capitis nocturno

Este trastorno consiste en efectuar golpes rítmicos de la cabeza contra la almohada o movimientos de balanceo de todo el cuerpo al intentar conciliar el sueño. Pueden también aparecer sonidos guturales.

Estos episodios generalmente se consideran inofensivos y no dejan secuelas. No obstante hay que tener la suficiente precaución para que en la cama del niño no haya superficies duras sobre las que el niño pueda golpearse.

Suele comenzar a los 9 meses y no suele persiste más allá de los 4 años. Suele remitir progresiva y espontáneamente.

Hay discrepancias entorno a su origen y función. Para algunos autores se trataría de una conducta ritual del adormecimiento; para otros un trastorno de conducta aprendida que reproduce los movimientos que los padres realizan al acunar al niño. Finalmente hay hipótesis que apuntan la posibilidad de un retraso madurativo del Sistema Nervioso Central.

Normalmente aparece en el momento de quedarse dormido.

El tratamiento seguiría las mismas pautas explicadas en la somniloquia. Se establece la aparición de un estímulo sonoro o luminoso contingentemente al iniciarse los movimientos. Se espera que este estímulo produzca la extinción de la respuesta.



 

martes, 21 de abril de 2015

ULTIMOS ESTUDIOS SOBRE LOS TRASTORNOS DEL SUEÑO Y SUS CONSECUENCIAS


Los trastornos del sueño son consecuencia de los problemas relacionados con la reducción de nuestra capacidad para lograr dormir, no conseguir estar dormido durante un mínimo de tiempo que nos permita descansar, tener mucho sueño durante el día o incluso dormirse en momentos o lugares inadecuados. No poder dormir bien afecta seriamente a la salud y a nuestra calidad de vida. Recientemente la Sociedad Española del Sueño (SES), la Sociedad Española de Neurología (SEN) y la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR) han presentado las últimas novedades respecto a este tema.
 
trastornos del sueño
Los trastornos del sueño afectan a nuestra calidad de vida, aumentando el riego de padecer  enfermedades

Los trastornos del sueño pueden derivar en otras enfermedades provocadas, a consecuencia de esta dificultad y de la inexistencia de un tratamiento efectivo saludable. Las últimas investigaciones han demostrado que la alteración del sueño influye en el envejecimiento cerebral y por tanto, se ve afectada la memoria y cualquier proceso cognitivo. También estos últimos estudios han desmontado la antigua creencia de pensar que padecer un trastorno del sueño era consecuencia de la vejez, porque no es así. Por el contrario, estos trastornos son provocados por alguna enfermedad o disfunción que padece la persona con dificultad para dormir.
Durante la rueda de prensa en la que expusieron las últimas novedades sobre los trastornos del sueño, alertaron sobre el abuso del consumo de hipnóticos, sobre todo por parte de ancianos, existiendo una fuerte dependencia de estos medicamentos. Su toma debe estar limitada a una posología que marca un tratamiento estándar de entre cuatro y seis semanas pero, generalmente, estos pacientes las consumen diariamente durante años.
Se ha demostrado que las rutinas son básicas para educar a nuestro cuerpo dándole una serie de pautas que le guíen hacia la consecución de las actividades diarias, entre ellas, los momentos de descanso. Por eso, estas alteraciones del sueño aparecen tras finalizar con nuestro periodo activo y con el comienzo de la jubilación. La alteración de los tiempos y costumbres para levantarnos, desayunar, comer, dormir, etc. hace que se desbarajuste nuestro ritmo biológico y con él, el funcionamiento de actividades básicas como es conciliar el sueño. Antiguamente, con el trabajo en el campo, las horas de luz marcaban los tiempos de vigilia, trabajo y sueño. Consiguiendo una conexión más directa con nuestro ritmo biológico, poniendo en marcha las hormonas que marcan cada periodo del día, y que determinan el momento de despertarnos o de dormir de una forma natural.
Los trastornos del sueño afectan a nuestra calidad de vida, aumentando el riego de padecer una serie de enfermedades como pueden ser, hipertensión, lesiones cerebrales o un infarto cerebral, sonambulismo, Parkinson, síndrome de piernas cansadas, narcolepsia, e influir en la actividad cognitiva dificultando toda actividad intelectual. De ahí la importancia de conseguir un tratamiento o un cambio de conductas que nos ayude a reeducar a nuestro organismo.
La prevención es básica para mantener una buena calidad de vida, garantizando además, que sea una vida completa y placentera. Con ello disfrutaremos de todo lo que nos apetezca hacer, en compañía de los nuestros, después de tantos años de trabajo. Lo más importante es no dejar pasar cualquier síntoma o dilatar los tratamientos, no visitar al médico de cabecera o al neurólogo para explicarles cuáles son nuestros síntomas o los trastornos del sueño que padezcamos, puede traer graves consecuencias, y lo que podía ser un síntoma puede derivar en graves problemas de salud.
Fuente de información: Mapfre salud.

miércoles, 8 de abril de 2015

TRASTORNOS DEL SUEÑO FRECUENTES







·         INSOMNIO

Es la dificultad para conciliar el sueño o permanecer dormido pese a disponer de las circunstancias adecuadas para dormir.  El insomnio pude ser transitorio (menos de una semana) o crónico (si dura más de un mes).   El insomnio no se considera una enfermedad sino un síntoma.   La dificultad para conciliar el sueño se manifiesta en alteraciones emocionales como ansiedad, nerviosismo, depresión, temor…
¿Los fármacos ayudan? La verdad que los fármacos utilizados para el insomnio son objeto de  muchas críticas, aunque lo peligroso no es el fármaco sino su mala utilización.



·         SINDROME DE  LAS PIERNAS INQUIETAS

Se trata de un trastorno curioso y frecuente, en ocasiones hereditario, que se caracteriza  por una inquietud insoportable en las piernas cuando el niño/adulto se acuesta, lo que le impide conciliar el sueño.  El paciente debe levantarse de la cama y caminar para conseguir aliviar los síntomas.  .  Este trastorno se debe a la disminución del hierro en sangre y puede corregirse fácilmente.


·          MOVIMIENTOS NOCTURNOS

Las personas que los sufren muestran movimientos bruscos de las piernas o los brazos, a veces acompañados de gritos.  Esta actividad coincide con el momento en que el paciente sueña, y provoca que se despierte fácilmente.  En algunos pacientes puede ser un síntoma precoz de enfermedades degenerativas (parkinson, demencias…)



·         SINDROME DE LAS APNEAS DEL SUEÑO

Es un trastorno caracterizado por ronquidos y episodios de parada respiratoria (conocidos como apneas).  Es más frecuente en adultos, aunque también puede darse en niños por problemas de peso…

CONSEJOS PARA CONCILIAR EL SUEÑO

1 Mantener un horario regular: levantarnos y acostarnos siempre a la misma hora.


2 El lugar donde dormimos debe ser confortable, silencioso, cn la temperatura adecuada y poca luz.

3 Utilizar la cama solo para dormir.  Si nos despertamos y no podemos dormir, es preferible que nos levantemos que permanecer dando vueltas en la cama.


4 Cenar de forma ligera y acostarse dos horas despues de haber cenado.


5 Evitar tomar bebidas energéticas o estimulantes, como café, té o chocolate, durante la tarde o noche.


6 El tabaco y el alcohol también son estimulantes.  Además disminuyen nuestro oxígeno y  nos impiden descansar completamente.



7 Revisar en el caso de que estemos tomando medicación para comprobar si algún medicamento interfiere en el sueño.

¿DORMIR ES UN SUEÑO? O ¿ES UN SUEÑO DORMIR?

"Dormir bien es fundamental para disfrutar de una buena salud.  Sin embargo, los trastornos del sueño son un problema de salud muy habitual que, además de perjudicar nuestro descanso, provoca un deterioro global de nuestro bienestar físico y psíquico".

¿Qué sucede si no dormimos lo suficiente?
- Mentalmente, nos sentimos somnolientos y disminuye nuestra capacidad de concentración y atención.
- Psicológicamente, aumenta nuestra irritabilidad y afecta a  nuestro estado de ánimo.
- Físicamente, nos sentimos más cansados y con menor capacidad de realizar esfuerzos.
- Si el insomnio persiste, se producen cambios en nuestro organismo: oscilaciones de la tensión arterial, alteraciones de tipo endocrinológico o envejecimiento de la piel.



Cuando anochece empieza a segregarse uno hormona llamada melatonina.  Con ella, llegan la somnolencia y la relajación a toda nuestra musculatura.
La aparición de luz eléctrica ha permitido decidir el momento en el que queremos dormir y ha extendido nuestra actividad laboral o de ocio.  Independientemente del momento del día en que nos encontremos, y estas alteraciones en nuestras costumbres provocan, en muchos casos, lo que conocemos como trastornos del sueño.

ALGUNAS PREGUNTAS QUE NOS HACEMOS O NOS HEMOS HECHO EN ALGUNA OCASIÓN: 

¿Qué ocurre en nuestro cerebro mientras dormimos?

Permanece activo y atraviesa cinco fases de sueño, denominadas fase 1,2,3,4 y REM (movimientos oculares rápidos).  Las cinco fases del sueño conforman un ciclo de sueño que dura aproximadamente entre 90 y 100 minutos.  En una noche, experimentamos de cuatro a cinco ciclos de sueño.
* Las fases 1 y 2 son períodos de sueño ligero en los que podemos despertarnos con facilidad.  Nuestros movimientos oculares, así como nuestra frecuencia cardíaca y respiratoria, son lentos, al tiempo que la temperatura corporal disminuye.
*Las fases 3 y 4 son períodos de sueño profundo que ofrecen el sueño más reparador.  Es el tipo de sueño que necesitamos más cuando estamos cansados.  Si nos despertamos en estas fases, nos sentimos desorientados y aturdidos durante unos minutos.
*La fase REM es la última del ciclo de sueño, durante la cual soñamos, nuestro ritmo respiratorio se incrementa, el corazón late más deprisa y los músculos de las extremidades no se mueven. 



¿Cuántas horas debemos dormir?

La necesidad de dormir depende de cada persona.  Los límites se consideran entre un mínimo de 5 horas y un  máximo de 10, pero el problema no está en las horas que uno duerme sino en la calidad del sueño: lo correcto es hablar de sueño reparador, que es el sueño de buena calidad.
En general, un recién nacido duerme 15 horas por la noche, un adolescente 8, un adulto 7 y un anciano 6.
Al aumentar la edad, disminuyen las horas de sueño nocturno.  Ello no implica que el sueño no sea reparador ni que los pacientes ancianos tengan un sueño de baja calidad.  Hay que tener en cuenta también que durante el día un recién nacido duerme una siesta de varias horas; un adulto, menos de media hora, y un anciano, una hora y media.


Bibliografía:
*Revista Corporativa de Agrupació (Dic.2014/Num.47)
*Hábitos saludables que alargan la vida- Objetivo bienestar, aprende a vivir mejor
Grupo planeta
Págs. Web:
http://www.clinicadeansiedad.com
http://www.institutferran.org